Nunca antes se había dado una situación así, nos perjudicó nuestro día a día normal, no supimos cómo reaccionar, y hoy en día todavía nos cuesta.
En cuánto al sistema educativo, hace un año, lo normal en un aula eran 30 alumnos, mientras que hoy en día eso es impensable; por ello se decidió colocar cámaras en las clases para así retransmitir las explicaciones del profesor y que los alumnos que estuvieran en casa pudieran seguirlas como si estuvieran presencialmente. Pero al igual que esta idea es bastante eficaz, conlleva sus inconvenientes.
Un porcentaje bastante alto de alumnos cuando están en sus casas y se conectan por vía online para seguir la clase, no la siguen como si estuvieran presencial. Esto es completamente normal, porque el ambiente de clase no tiene ni punto de comparación con el de una casa, por ello, los profesores están obligando a ponerse la cámara cuando los alumnos están en casa asegurándose así, que verdaderamente si están atendiendo y no están con el móvil, por ejemplo. Pero no todos los alumnos están de acuerdo con la decisión tomada, porque les parece que es una violación hacia nuestra privacidad o porque piensan que se van a distraer más al tener la cara de sus compañeros en la pantalla.
Verdaderamente, la distracción al ver las caras de los demás alumnos, es entendible; a alguno le da risa alguna cosa, otro le ve reírse, y ya es una cadena y no atienden a la clase; pero personalmente, es mejor esa distracción, que no estar con otro dispositivo, porque ahí sí que estás totalmente desconectado de la clase.
Desde mi punto de vista, obligar a los alumnos a ponerse la cámara, aunque lo neguemos, va a ser mejor para nosotros, porque de una manera u otra, nos sentimos más comprometidos con la clase haciendo así que atendamos más y la sigamos de mejor manera.; en definitiva, nos estamos obligando a nosotros mismos a estar dentro de la clase y a atender más.
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